La belleza puede ser terrible, oscura y extraña. La belleza más pura se confunde con el mal más absoluto. Y la joven fotógrafa Clara descubre que solo la luz más cruel puede desvelarla.
Barcelona, principios del siglo xx. Una serie de cadáveres de hombres jóvenes y atractivos aparece en el puerto de la ciudad con un tiro en el pecho. Durante la autopsia se descubre que los disparos son producidos post mortem y que los cuerpos tienen restos de éter y opio y muestran señales de haber sido sometidos a abusos.
La joven fotógrafa Clara Prats, colaboradora de la policía muy en contra de la voluntad de su ilustre familia, cuando hace las fotografías del escenario del crimen descubre con sorpresa que conoce a las víctimas, ya que también realiza los retratos de las fichas policiales. Y lo que al principio parece una coincidencia empieza a resultar sospechoso. Manuel Martín Prieto, comisario del distrito V, tras investigar en los bajos fondos de la ciudad y no encontrar nada, toma en consideración los temores de Clara.
El rico abogado genealogista Carlos Monfort le ofrece entonces a Clara un nuevo empleo: un taller de fotografía para las internas del moderno sanatorio Nova Betlem, que parece más un balneario que un frenopático al uso. La joven descubrirá entonces que para salvar una vida se verá obligada a retratar la crueldad de la manera más terrible posible.
La luz más cruel es el fascinante recorrido por una ciudad de contrastes, donde conviven la miseria más absoluta con los refinados caprichos de la burguesía, la enfermedad mental y los tatuajes portuarios con los encajes y los guantes de piel. Y donde el mal siempre acecha y pugna por salir a la luz.